Catalina tiene los ánimos por los suelos y empieza a darse cuenta de que su futuro más inmediato puede estar lejos de La Promesa. Manuel

le pilla escribiendo una carta en la que expresa sus intenciones de marcharse de palacio.

Leocadia de Figueroa descubre que Jana Expósito no proviene de una familia de alta alcurnia como le dijo Cruz, y Jana, acorralada, le

confiesa que fue doncella. Leocadia intenta acercarse a la joven y no la juzga. Parece que entre ambas se van a entender muy bien.

Mientras, Cruz no hace más que protestar por la boda que se le viene encima y por verse incapaz de impedirla con tan poco tiempo de margen. Lo que Jana no se espera es una última imposición de la marquesa respecto a los invitados: el veto a sus compañeros del servicio en la celebración. A excepción de Ricardo Pellicer, Rómulo y Petra.

Las cocineras están muy ilusionadas con acudir a la boda, a pesar de que el tiempo de preparación que les han dado es muy insuficiente. Sin embargo, su gozo se trunca pronto cuando se enteran de la exigencia de la marquesa.

De buen gusto tampoco es la huida constante de Samuel siempre que se cruza con María Fernández. Sin embargo, los dos tienen una charla en la que toman una decisión definitiva: arreglar los malentendidos y volver a retomar esa complicidad.

Leocadia le confiesa a Catalina que ella también fue madre soltera y le ofrece su apoyo. Catalina le confirma a Manuel que se irá de La Promesa justo después de la boda.

Jana se ve obligada a seguir cediendo tanto en quién va a ser el padrino en su boda, Lorenzo, como en el vestido que se tiene que poner, pero Leocadia le aconseja que no le dé importancia a los pequeños detalles y se centre en que, por fin, se va a casar con el hombre que realmente ama. Leocadia se convierte en un apoyo de Jana.

Martina le dice a Curro que le va a ser materialmente imposible llegar a la boda de su primo. Y Teresa y Vera creen haber encontrado un pasadizo secreto en La Promesa, mientras María Fernández sigue bebiendo los vientos por Samuel.

Por su lado, Cruz se plantea boicotear la boda entre su hijo y Jana. Lo que no esperan los novios es que está preparando una última jugada para detener esa boda, pero alguien la sorprende maquinando y sus pretensiones acaban frustradas.